Muchos de quienes practican cirugías estéticas en Cali no están entrenados para ello.
Vengo por un aumento de glúteos…
-Es sencillo. Un huequito en cada nalga y por ahí le inyecto el biogel. Eso le cicatriza bien, sino, no hay problema porque queda cubierto con la tanga. En dos horas queda perfecta.
-¿Cuánto me cobra?
-Un millón y medio si se hace también la ‘suave brisa’, que es una mini lipo, sólo que con anestesia local. Por esa le cobro lo mismo. Soy una esteticista con experiencia, va a ver que le queda linda, así como a mí... tóqueme y verá, yo también me las hice...
No fue difícil encontrar el lugar. Su anuncio ocupa un buen espacio en una revista, junto a otras docenas de sitios que prometen el milagro de la belleza.
La mujer de la varita mágica, en este caso de la jeringa con el biopolímero, atiende en un local de un centro comercial al norte de Cali. Hay decenas de diplomas de cursos de cosmetología en la pared, la cabina tiene menos de tres metros por tres metros, sólo hay una camilla y no se necesita cita para ser atendido.
-Venga un día que esté bien de tiempo y listo, concluye.
Un par de horas antes de esta consulta hizo una ‘cola’ que muestra con orgullo en la cámara de su celular. Le puso ocho frascos del líquido, el mismo que asegura “es totalmente natural y lo que hace es dar realce”.
Basta pasar la página de la revista y siguen apareciendo los ‘milagros’. Un cartel en un muro ofreciendo “senos de infarto”, alguien que cuenta de un sitio donde rellenan las arrugas “baratísimo”, una peluquería donde “retocan las pompas” o un apartamento en un barrio ‘bien’ donde hacen “cirugía sin anestesia”.
Tal parece que los atajos más expeditos y peligrosos hacia la belleza no se encuentran en callejones tenebrosos con hombres vestidos de gabán negro y gafas oscuras. Esta vez, por ejemplo, tenía traje de enfermera, azul con ositos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario